top of page

La academia

_”Míralas nena, si te fijas bien, puedes oir las palpitaciones de sus venas de mármol”.

Me dejó boquiabierta mi madre con la sutileza de su habla, y con ella, dándome una descripción tan fiel a la obra que un dios terrenal había tallado con sus manitas de semihumano .

Hay pocos momentos que recuerde con tan densa claridad de aquella etapa de mi infancia.

Han pasado más de 20 años y a veces se me nubla el recuerdo de ciertos picos de felicidad que sé que tuve, pero que no llego a saborear con precisión.

Supongo que el tiempo es un poco rencoroso…Te devuelve dulces insípidos. Intuyendo su dulzura por su forma, pero no por su sabor.

Pero aquella vez no fue así. Aquella mañana de abril sigue intacta en mí. Con su forma, su envoltorio, su perfecto acabado de repostería, y finalmente, su explosión más exquisita en mis papilas gustativas. Oh dios mío, ¡qué manjar de manjares! ¡que belleza más desorbitante!

Entramos después de tres largas horas en la fila esperando entre múltiples nacionalidades.

Una vez dentro, mientras cruzábamos el pasillo que nos presentaba al anfitrión en cuestión, nos saludaban a izquierda y derecha un ejército de dolorosos cuerpos resurgiendo de su propia materia, encerrados en la piedra que les daría la vida que no poseían, y que les retenía la realidad de la que nunca pudieron beneficiarse. Un pasillo de horrores y almas perdidas. De gritos ahogados y de rostros desfigurados en rocas. Esclavos de su pasado sin duda.

Terminó el pasillo que aprisionaba esos cuerpos oscuros, y encontré la luz con él.

La figura más viva que jamás pude visitar desde entonces hasta fecha de hoy.

Recuerdo bien cada detalle de ese refinado cuerpo. Aún puedo escuchar las indicaciones que mi madre me ofrecía en la visita a la academia:

_Es grande, ¿verdad? ¿me creerás si te digo que es una sola pieza de mármol?

El gran Miguel Ángel adoptó una pieza dada al abandono después de intentos fallidos por anteriores escultores para concederle la oportunidad de ser una estrella. ¿No es fascinante pequeña?

¡Incluso habiendo sido ya oficialmente rechazada, él nunca negó su vida interna!

Y por supuesto, jamás se alejaba de su criatura, durmiendo en el suelo y viviendo por y para su pequeño gigante.

_Pero mamá, ¿por qué hacía eso si se iba a estropear con el tiempo?

_Cariño, no se trataba de lo que sucediera en el futuro con su criatura, sino del amor con que cuidó cada detalle, el gozo que sintió con cada músculo tallado, y el orgullo que le produjo ver a su bebé ser todo un hombre parado frente a su futuro más cercano, y a puntito de hacer historia con un solo movimiento.

_¿Y Tú como sabes que no había conseguido ya David lo que él quería en su vida?

_Porque su padre le pulió de tal modo que en su parto ya le indicaba cuál era su cometido. Lo puedes observar visualizando la tensión de sus músculos y su rostro contraído. Su mirada está focalizada en una concentración absoluta y todo su peso listo para saltar.

Yo en aquel momento capté mucho de lo que estaba escuchando de mi madre, que siempre me abría una ventana infinita a las maravillas que esconde el arte. Pero no fue hasta años más tarde cuando yo misma, como artista embarazada continuamente de nuevos proyectos e ilusiones, pero sobretodo, encinta y esperando a la descendencia de mis genes, que entendí en cuerpo, alma y mente todo lo que aquella mañana de abril mi madre quiso explicarme.

Antes de despedirme , supe que sí se podía amar a una roca, si esa roca tenia sangre caliente. Y después entendí que también me encontraría con carnes calientes que tenían sangre de mármol.

Pero que al fin y al cabo, sólo existen unos cuantos de millones de Miguel Ángeles puliendo a sus criaturitas más preciadas para dar luz al mundo al que se enfrentan y llenarnos de arte, y por ende, de amor.

Y para concluir la visita a la academia, mi madre me alimentó con esta conclusión final:

_ ¿Sabes por qué la escultura es tan mágica, mi amor?

_No, mami.-le dije arqueando las cejas en sorpresa.

_Bueno, te lo contaré si prometes guardarme el secreto.-E hizo una pausa para ver la afirmación de mi rostro -_ Verás, la escultura es, según mi propia experiencia y observación, el único arte que tiene sentido enteramente sólo en nuestro cerebro.

Podemos ver las obras en fotografías, en videos, o en vivo. Pero jamás se puede tomar en un sólo click toda la magnificencia de la pieza de golpe. Lo hacemos por fascículos y creamos nuestra obra completa dentro de nosotros. Por eso es tan mágica y tan especial.

Supongo que nuestra realidad es solo nuestra, sólo existe dentro de cada uno, y de ese modo podemos regalársela a los demás.

Marisa Blanco.


Entradas destacadas
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
No hay tags aún.
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page