top of page

La barca

En un mar de emociones de mil colores, una silueta de mujer se sienta a la popa de un bote que se vence por el peso de su incertidumbre. Por el peso de la nostalgia. Por el peso de la piedra que lleva metida en el pecho debido a una partida ya prevista del hogar que persigue su corazón.

Dándole la espalda con su posición a una barca de notable envergadura más amplia que presume de la estabilidad suficiente para atreverse a surcar un futuro de sueños.

Y sabe que ahí está. Pero siente tremenda incapacidad para darse la vuelta por no auto aniquilarse más al ver que está vacía.

Sin capitán. Sin destino.

Sólo llenita de las utopías que se alimentan de reafirmarse con la fe en una efímera y lejana posibilidad.

Y por darle un respiro a sus ojos, el cielo se cubre de nubes negras para guardar luto a su esperanza muerta.

Nubes tan oscuras como la antítesis del guardaespaldas que acompañaba a su nombre.

Tan oscuras…tan oscuras que dan vértigo.

Tanto como las noches que nunca les protegieron mientras dormían, porque nunca compartieron luna.

Como las crines de un caballo gitano, o las pupilas que se dilatan al ritmo de un bombeo inexplicable directito del corazón más sensible.

Crines que no ven la hora por enredarse en vientos de libertad, y ojos que no escuchan más que el aleteo de sus pestañas.

Las que abanican en un sofoco y crean el vicio de tener que llenar los espacios en blanco con el rococó de sus recuerdos solamente para insuflarles la vida de una inexistencia que te rasga las entrañas.

Y una vez más, el capitán no acudió a su cita a mitad del océano.

Marisa Blanco


Entradas destacadas
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
No hay tags aún.
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page