Tras la cortina
Era una de esas tardes del año nuevo en que las horas corren a acostar la luz solar y los troncos de los caminos se fortalecen para dar paz a sus copas adormiladas que se acunan al son de un viento tan desolador como maternal.
Una de esas tardes en que te pesan las extremidades y te dejas empujar por las corrientes del silbido invisible.
La naturaleza gritaba alocada y en un motín audiovisual de desenfrenada adolescencia, resurgía de la nada la silueta de lo que anduvo siempre ahogada en sollozos .
Como si se tratara del ensordecedor pitido que se tatúa en las paredes del oído interno tras el rugir de un estallido.
Como si tras la cortina de humo negro y acongojante por la incertidumbre de lo que pudieras haber llegado a perder, se presentara altiva y arrolladora la reina de los dones, quien a pesar de haberle dado la espalda uno, dos, tres, e infinidad de días…ella, tenaz como sólo ella sabe serlo, te vuelve a encontrar.
Porque ella es pura confianza, y su apellido está en ti mismo.